Mónico Sánchez: el Tesla manchego
Hoy repasamos las hazañas de nuestro Tesla, Mónico Sánchez, un pionero dentro del mundo de la electricidad, tan desconocido como fundamental, que empezó prácticamente desde cero. Un ejemplo enorme de que ante un gran reto, lo mejor es ir paso a paso. Porque todo suma, #PorAlgoseEmpieza.
Hoy es el turno de Mónico Sánchez, al que nos permitimos rebautizar cariñosamente como “el Tesla manchego”. Y es que, como el genio croata, Mónico fue uno de los grandes pioneros en desarrollo de la energía eléctrica y un prolífico inventor, además de ser coetáneo suyo y de compartir espacio con él y con Thomas Edison en algunas ferias. Ésta fue su aportación a la historia de la electricidad, partiendo de un gesto tan «sencillo» como empezar a estudiar ingeniería eléctrica, con todo en contra.
De Piedrabuena a Nueva York
Mónico Sánchez nació en 1880 en Piedrabuena, un pequeño pueblo de Ciudad Real. Cuando tenía 21 años, su pueblo contaba con unos 3800 habitantes, de los cuales el 75% eran analfabetos.
Ante ese escenario y sin tener el bachillerato, Mónico se fue a Madrid para estudiar ingeniería eléctrica. Las huelgas estudiantiles de 1901 le impidieron matricularse en la escuela de ingeniería pero decidió que eso no iba a ser un problema. Tampoco el hecho de encontrar un curso de ingeniería por correspondencia impartido desde Londres sin tener ni idea de inglés.
No solo completó el curso (de 3 años de duración), sino que Joseph Wetzler, su creador, quedó tan impresionado por las capacidades de Mónico que lo recomendó para ser ayudante de delineante en una empresa de Nueva York. En 1904, con 24 años, viajó allí desde Cádiz, con 60 dólares en el bolsillo. Tras su experiencia como delineante, se matriculó en el Instituto de Ingenieros Electricistas. Más adelante hizo un curso de electrotecnia en la Universidad de Columbia, haciéndose un nombre en el ámbito estudiantil de la ingeniería estadounidense.
Rayos X, un laboratorio de inventos, una central eléctrica y una sala de cine
Tras un tiempo ampliando su formación empezó a trabajar como ingeniero en la Van Houten and Ten Broeck Company, una empresa dedicada a la aplicación de la electricidad en medicina. Allí creó su invento estrella, un aparato de rayos x portátil que fue una auténtica revolución en la época. Lo que lo hacía especial era que pesaba muchísimo menos que los equipos tradicionales, que solían llegar a los 400 kg. Esto llamó la atención del Gobierno francés, que compró 60 unidades para sus ambulancias de campaña.
A raíz de ahí, e interesados por los grandes avances de Mónico en materia de tecnología portátil, la Collins Wireless Telephone Company lo contrató como ingeniero jefe y le ofreció 500.000 dólares de la época por su invento. Rebautizaron su aparato portátil de rayos X con el que es, a nuestro juicio, uno de los nombres más carismáticos de la historia: The Collins Sánchez Portable Apparatus.
El invento se mostró en ferias internacionales en las que nuestro pionero coincidió con la General Electric de Thomas Edison o la Westinghouse de Nikola Tesla, como la III Feria de la Electricidad celebrada en el Madison Square Garden de Nueva York.
A pesar de estos momentos de gloria, la Collins Wireless Telephone Company cayó en desgracia debido a un fraude con unos teléfonos supuestamente portátiles que aguantaban solo una breve conversación antes de ponerse a arder. Mónico tuvo la suerte (o la habilidad) de poner pies en polvorosa antes de que el escándalo viera la luz.
Volvió a Piedrabuena en 1912, con 32 años, varios millones en el bolsillo y con un gran reconocimiento en el ámbito de la ingeniería. Y allí, en su pueblo, decidió llevar a cabo su proyecto más ambicioso, crear un gran centro tecnológico de 3.500 m2 en el que dar rienda suelta a sus creaciones, el Laboratorio Eléctrico Sánchez.
Las proporciones y necesidades del recinto eran tales que, añadiendo el hecho de que la electricidad todavía no había llegado al pueblo, tuvo que construir una central eléctrica abastecida con carbón. De esta forma Mónico Sánchez fue el responsable de hacer llegar el suministro eléctrico a las casas de Piedrabuena, con una factura de la luz de unos 4 céntimos de peseta por noche.
Además de su actividad, tanto en la central eléctrica como en su laboratorio, donde inventó varios aparatos eléctricos, en 1948 montó la primera sala de cine de Piedrabuena. Hoy en día muchos de sus inventos están expuestos en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología. Y en el espacio que ocupaba el Laboratorio Eléctrico Sánchez, que se cerró tras la muerte de Mónico en 1961, ahora hay un colegio, un centro de salud y un centro cultural. Seguro que los vecinos y vecinas de Piedrabuena mantienen vivo su recuerdo y su legado.
En nuestro caso, antes de escribir este artículo, nunca habíamos oído hablar de Mónico Sánchez. Y resulta que fue algo así como nuestro Tesla. Aunque llegó a hacerse millonario y sus inventos llegaron a ser muy reputados a nivel internacional, decidió volver a su pueblo, lleno de gente humilde y con una economía agrícola y ganadera, con el sueño de convertirlo en un referente tecnológico.
El hecho de que quisiera ayudar a sus paisanos con sus conocimientos es una de las cosas que nos han cautivado de él. Aquello de «actúa localmente, piensa globalmente» no es tan reciente como creemos y para cambiar el mundo, a menudo lo mejor es empezar por cambiar nuestro entorno más inmediato. En Holaluz nuestro objetivo es conseguir un mundo 100% renovable y para ello, vamos llevamos casi 10 años haciendo pequeños gestos, por ejemplo impulsando el autoconsumo con compras colectivas en pueblos como Avià o en zonas como el Camp de Tarragona.
Este tipo de acciones no cambiarán el mundo de la noche a la mañana pero si irán construyendo el camino para que ese cambio llegue cuanto antes.
Por tu parte, el gesto es más simple aún: ¡puedes sumarte a la energía verde en un par de clicks! Súmate a la luz justa
#PorAlgoSeEmpieza